Ahora, ¡¡¡arréglatelas!!!

Cuando quieres a alguien todo vale. Cuando quieres perdonas, miras a tu alrededor con ilusión, te brillan los ojos, sonríes fuerte, con más ganas, le pones empeño a lo que estás haciendo, parece que la gente de tu alrededor está igual de contenta que tú, te dedicas a buscar lo que te gusta... pero sobre todo lo encuentras. Se trata de eso. De encontrar esas cosas que nos hacen felices.

Tal vez hay días, semanas o quizá temporadas en las que el camino hasta estas maravillas se nos hace eterno. Es ahí cuando hemos dejado de querer. Cuando no queremos todo se nos hace más pesado, aburrido, no le podemos decir a alguien todo lo que sentimos, nos frustramos a nosotros mismos, le quitamos empeño a la vida, dejamos de mirar a nuestro alrededor y miramos solo a esa persona que creíamos que nos daba todo y ahora ya no la tenemos a nuestro lado. Nosotros mismos nos encargamos de pasar el periodo de estar mal por aquello que ha acabado. Atribuimos a esa persona que ha dejado repentinamente de formar parte de nuestra vida un valor incalculable, casi tanto como lo mucho que le queremos. Pero también le atribuimos un montón de cualidades que antes ni siquiera habíamos apreciado. Comenzamos a echar de menos lo que un día tuvimos y evidentemente todo se derrumba ante nuestros ojos. Debemos evitar este cambalache. Debemos cambiar nuestro chip. Las cosas ocurren por alguna razón. Si en el momento no lo llegamos a saber ya habrá tiempo para ello. O quizás no, algunas veces es mejor que la propia vida nos sorprenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario